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Una historia completa, exhaustiva y bellamente escrita de la novela en España desde los orígenes hasta el siglo XXI. Cientos de autores, miles de títulos, todas las tendencias y estructuras. Una obra rigurosa, didáctica y clara, dirigida tanto al lector curioso como a estudiantes de literatura, profesores y especialistas. Una obra de consulta imprescindible en bibliotecas y en el dispositivo de los mejores lectores.

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Sobre la novela griega o bizantina (fragmento del capítulo 11)

La novela griega, y que ya podemos llamar barroca y griega, prendió con verdadero entusiasmo en España y en Francia. España, la potencia que declina, que ha perdido su destino universal, y Francia, la potencia que duda, que aún no sabe a dónde va... crisis en las dos naciones, pero de diferente signo. 

En España, un hombre como Cervantes, que ha asistido al esplendor del imperio español (Lepanto), sabe ya de la decadencia; es un hombre entendido en ocasos, y lo mismo Quevedo; pero si Quevedo se crispa, Cervantes admite la decadencia, admite la crisis, porque sólo un loco como don Quijote puede intentar aún una aventura, un destino individual. En Francia, más libre en lo que al pensamiento se refiere, víctima de las luchas religiosas o de las contiendas que se llamaron de la Fronda, puede encararse la realidad con más amplitud de espíritu.

En España, y por las novelas bizantinas que conocemos, los autores, aunque reconocen la crisis, la decadencia, se aferran desesperadamente a la religión: no les quedaba otro remedio, pues ningún otro remedio les hubiera permitido la siempre vigilante Inquisición.

Hay críticos que se han detenido en la influencia quizás determinante del Concilio de Trento. Ya con Felipe II, las consignas tridentinas son aplicadas con todo rigor; algunas se refieren no sólo a la teología, sino también a las artes y a las costumbres. Francia queda fuera en buena medida del influjo tridentino.
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